MIREYA MARTÍN LARUMBE

Mi obra, tan confesional e íntima, tan visceral, encuentra siempre sus ecos en la literatura. En 2015, Iker Andrés escribió un texto para una de mis exposiciones individuales en el que explicaba como ante las piezas reunidas su mente acudía al poema “Correspondencias” de Charles Baudelaire. “Más aún ahora que me enfrento a escribir un texto para acompañarlas. ¿Cómo voy a escribir nada? Todo ya está dicho en el poema.” Es curioso comprobar como tantos años después de aquella exposición y de aquel texto, de aquella yo, en definitiva, sus palabras siguen ajustándose a mi obra y a mi forma de crear, y especialmente, a mi estrecha vinculación con la literatura. 

En esta ocasión es a mi mente a donde acuden las palabras de la escritora Valeria Luiselli en Dos calles y una banqueta: “Pero la nostalgia no es siempre una nostalgia de un pretérito. Existen lugares que nos producen nostalgia por adelantado. Lugares que sabemos perdidos en cuanto los encontramos; lugares en donde nos sabemos más felices de lo que jamás seremos después. En estos parajes el alma se desdobla como en un simulacro voluntario para mirar su presente en retrospectiva. Como un ojo que se mira a sí mismo mirar desde un después, el ojo mira lejos de su presente y lo anhela”. Siento que es exactamente esto lo que busco suscitar con mi participación en Uholdeak

Puede que el nuevo sentido que alcanzan mis obras en este proyecto sea precisamente el del anhelo. Un anhelo que, si me paro a reflexionar, siempre se da en mí por anticipado cuando trabajo. Siempre tratando de capturar el presente, de hablar del momento en el que sucede esa formalización que tengo entre manos y que nunca conseguiré trasladar por completo a mis obras. Un anhelo y un imposible. Tal vez sea esa la nostalgia por adelantado, y ya conocida, de la que habla la autora en su texto Papeles mínimos y que tan inmediatamente asocié a estas piezas que he reunido bajo el título Pedazos que serán pedacería, palabras tomadas del mismo texto de Luiselli. 

Hablar de mi participación en Esta cxsa no se habita…/ X hau ez da okupatzen… es, en mi caso, hablar de la imposibilidad de poner en palabras aquello que cuentan mis obras, de ahí mi necesidad perpetua de recurrir a la literatura y entenderme en aquello que otras personas sí son capaces de poner negro sobre blanco. Yo simplemente vivo, llego al estudio y dibujo. Elegir el soporte, en este caso fragmentos pertenecientes a la cara interior de cáscaras de huevo, no es algo baladí. Tampoco lo que en ellas trazo. Mi interés y mi inquietud manifiesta por el paso del tiempo, el cambio constante que supone la propia vida y cómo lo impregna todo nuestra conciencia de muerte, queda condensado en él. El huevo de avestruz es de una dureza inusitada, pero una vez quebrado y perdida su tensión inherente, es decir, una vez cumplida su misión de proteger, se convierte en un material de desecho de una fragilidad extrema. Lo que está en su interior aún por llegar lleva ya la marca del final. ¿Y qué importa ya ese recipiente una vez cumplida su labor? A mí me importa de igual manera que me importan nuestros cuerpos, receptáculos y herramientas para nuestras vidas que en un momento serán simples restos inanimados.

Cuerpos ya enajenados, entendidos como conjuntos de objetos que por un tiempo fueron vidas. 

Pero esa latencia de vida, tal vez olvidada u obviada para el propio confort, que se da en todos esos pedazos de pedacería alcanza ahora en mis trabajos su mayor intensidad en los dientes de leche. Esos pequeños vestigios que son nosotros, pero ya sin serlo. Parte de nuestro cuerpo, pero enajenado. Simples recuerdos de un yo que somos y sin embargo nunca recuperaremos. Un yo que nos mira desde un lugar del pasado que fuimos, desde un cuerpo que fue y es el nuestro, pero cuya forma es constante transformación. Sin embargo, ellos permanecen en ese momento exacto que nos está prohibido y al que accedemos solamente mediante su existencia. Pequeños objetos propios, llamadas a un estado imposible del ser desde el presente y el ahora, desde la sala de exposición. Cuerpo-objeto que trasciende nuestra naturaleza escatológica y deviene arte. 

Dice Mirçea Catarescu en Solenoide: “Antes de convertirme en alguien, yo era mi propio cuerpecillo, tal vez por eso hablaba sobre mí como sobre un objeto cercano: él, decía, él. Luego comprendí que yo no soy yo, sino que tengo un cuerpo, que yo no soy su inquilino ni su prisionero”. Así pues, al pedir a mis compañeras de proyecto el préstamo temporal de sus dientes de leche, ellas (Aizpea de Atxa y Jone Rubio) me concedieron, no solo una parte de sus cuerpos, sino también una parte real y tangible de ellas mismas y de sus infancias. 

No puedo evitar pensar que estos minúsculos dientecitos contienen la inmensidad del ser que han habitado. 

Pequeñas formas concretas de lo ilimitado. Pura potencialidad. Tal vez como la ambición propia de la obra de arte. 

Mireya Martín Larumbe, 

enero de 2022

BIOGRAFÍA

Mireya Martín Larumbe, artista plástica y audiovisual. Nacida en diciembre de 1980 en Pamplona, desde 2014 reside entre Pamplona y París.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco, postgraduada Experta en Género, Máster en Sociología y TFM en Sociología por la Universidad Pública de Navarra.

Compagina sus proyectos personales de creación artística en el contexto nacional e internacional con proyectos colectivos, así como con labores de investigación académica y mediación en arte y cultura contemporánea desde una perspectiva de género. Además, es docente en la especialidad de Dibujo en Educación Secundaria Pública.

Trabaja desde lo poético, siendo el dibujo su disciplina principal, así como su puerta de acceso a la animación experimental y la instalación. Su línea de creación e investigación se centra en temas relacionados con la construcción y expresión de subjetividades en contextos culturales determinados, siempre abordadas desde su propia experiencia personal. La literatura, el feminismo o el cine de vanguardia son referencias constantes en sus proyectos. Así como el tiempo, la transformación, la belleza y la conciencia de la muerte son sus temas recurrentes.

Ha sido artista residente de instituciones como Cité Internationale des Arts (París), Casa de Velázquez (Madrid), Fundación Bilbao Arte (Bilbao), Centro de Arte Contemporáneo de Huarte (Huarte), etc. Sus obras se han visto en exposiciones y festivales en Pamplona, Bilbao, Madrid, Barcelona, París, California, Praga, Roma, Belgrado, Bucarest o Palermo.

Durante la crisis del COVID-19 fue una de las 5 expertas consultadas por Gobierno de Navarra para elaborar el plan de medidas de choque contra el impacto de la pandemia en el colectivo de artistas de Navarra. En 2018, formó parte del grupo experto consultado por Gobierno de Navarra para el diagnóstico inicial de la aplicación del enfoque de género en el Plan Estratégico de Cultura de Navarra (PECN) en colaboración con el Consejo Navarro de la Cultura. Como docente en Secundaria y Bachillerato, ha sido formadora en Skolae II.