Fermín Jiménez Landa

PRONTO ES BUENO PERO MÁS PRONTO ES MEJOR
Pronto es bueno pero más pronto es mejor supone una acción que trabaja con la idea de tiempo cualitativo aplicada a las estaciones, al paisaje, a momentos específicos de determinadas zonas y de determinadas épocas del año… el artista recoge con sus amigos bolas de nieve en invierno en su tierra originaria, Pamplona, para guardarlas en el congelador de la casa familiar y organiza una guerra con las bolas en una piscina de verano. Dos acciones que ponen de relieve la idea del tiempo cualitativo donde una acción pivota sobre la otra. La recogida de bolas está impregnada de cierta nostalgia: cerca de la ciudad natal del artista, donde hace años que ya no reside, con la ayuda de sus amigos del instituto y reviviendo momentos propios de un invierno de niño en el norte. La recuperación de las bolas congeladas tiene lugar en una reunión del artista de nuevo con amigos en una casa de campo con jardín y piscina el verano siguiente. El momento de reencuentro de los colegas es idóneo para la guerra de bolas de nieve. Este cambio temporal, que no tan espacial, es el objeto de Fermín para intercambiar los contextos de manera un tanto gamberra proponiendo una segunda lectura a la mera guerra de nieve, una reflexión a cerca de un juego de niños que disfrutada por adultos se convierten en algo más travieso si cabe. Cobra importancia la autobiografía y esa idea de nostalgia si prestamos atención al entorno más cercano del artista (el congelador de la madre, los amigos del instituto o los inviernos del norte). Pronto es bueno pero más pronto es mejor pone en acción el frío, la nieve, el juego, la amistad, la nostalgia, la celebración, lo cotidiano… Se hace latente la deslocalización a la cual Fermín recurre a menudo: reforzar las ideas al permanecer como observador y después buscar puntos de fricción y marcar líneas de trabajo y consiguiente creación, intentando asimilar y deconstruir la realidad así como sus vivencias y experiencias cotidianas. (Texto de Juan Canela y Ane Aguirre)

ECUESTRE
Hay varias parejas de mesas montadas una sobre la otra con canicas en el medio, quedando en un equilibrio precario. El título de Ecuestre podría ser por las cuatro patas de la mesa, ese mueble realizado a la medida del hombre, donde uno reposa objetos y codos. Ecuestre es un guiño, un recuerdo a la táctica de defensa en las manifestaciones contra las cargas policiales a caballo. Toda la fuerza del estado era contestada con pequeños juguetes infantiles. El equilibrio político se rompía debido a un objeto en principio inocente.

FERMÍN JIMÉNEZ LANDA
Fermín Jiménez Landa parte de lenguajes diversos– dibujo, fotografía, instalación o vídeo – para indagar en planteamientos cotidianos que extrae de las rutinas diarias del espacio público y social, básicamente la calle e Internet. Un ilusionismo eufórico carente de todo poder que, desde el uso productivo del absurdo, la precariedad entusiasta (que no ingenua) y la superación de lo normativo, plantea una obra definida por un conceptualismo descreído y bromista que centra su atención en la capacidad de incidencia micropolítica del arte. O, por decirlo de otro modo, su obra fuerza conscientemente lo ridículo bajo la misión paródica y antiheroica de generar fisuras temporales en nuestros ritmos de vida y alterar así aquello que creíamos seguro. (David Armengol). Ha expuesto en la bienal Manifesta 11, en los museos MAZ de Zapopan, Artium, Musac y CA2M, en el Centro Botín, La casa Encendida y en galerías como Travesía Cuatro, Nogueras Blanchard y Bacelos. Ha trabajado con Consonni, 1646 de La Haya y HIAP de Helsinki. Estudió en la facultad de Bellas Artes de Valencia y asistió a talleres con Robert Morris, Rogelio López Cuenca, Francesc Torres, Jon Mikel Euba y Douglas Ashford así como a clases en la ASFA de Atenas.

ferminjimenezlanda.blogspot.com

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